Cuántas veces no hemos ido a ver a un amigo por orgullo, cuántas veces no hemos llamado a un familiar por pereza, cuántas veces nos hemos prometido que visitaríamos a la abuela este fin de semana y tampoco lo hemos hecho… ¿Cuántas veces? ¿Y cuánto nos arrepentimos ahora?
Nuestras mentes se serenan porque ya no hay prisa y te paras y piensas, todo lo que podrías haber hecho. Bien, desde El Capricho de Raquel, te recordamos que todo es posible, que igual todo esto consigue que paremos nuestra vida inquieta y reflexionemos, que igual el padre necesitaba dejar de estar tan ajetreado con el trabajo y pasar más tiempo con sus hijos, que tal vez los pulmones de la tierra necesitaban un poco de aire y … ¡Hemos aprendido que cocinar no está nada mal!
Cuando todo esto termine y simplemente quede en otra prueba que nos ha dado la vida, salgamos y valoremos, valoremos los abrazos de nuestros familiares y amigos, las sensaciones de ese café o esa sobremesa disfrutando de postres preparados con mucho amor y cariño.
Hemos disfrutado de lo cotidiano, nos hemos conformado con lo esencial y hemos valorado lo realmente importante de la vida, las pequeñas cosas. Y ahora dime, ¿vendrás a vernos cuando todo termine?